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Agencias | Ciudad de México | 03 Oct 2023 - 16:15hrs
La bioquímica húngara Katalin Karikó y el investigador estadunidense Drew Weissman ganaron el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre el ARN (ácido ribonucleico) mensajero que abrieron la vía para el desarrollo de las revolucionarias vacunas contra el covid-19, se informó ayer.
Los científicos contribuyeron al desarrollo a un ritmo sin precedente de una vacuna durante una de las mayores amenazas para la salud de la humanidad en los tiempos modernos, indicó el jurado.
Al elegir a estos investigadores, que estaban en la lista de favoritos, el Comité del Nobel en Estocolmo rompió con su tradición de reconocer trabajos con varias décadas de trayectoria.
Karikó, de 68 años, y Weissman, de 64 años, trabajan juntos en la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, y ya ganaron varios galardones por sus investigaciones, incluyendo el premio Lasker, considerado precursor del Nobel.
También obtuvieron el Princesa de Asturias en 2021, que compartieron con otros científicos.
La tecnología premiada data de 2005, pero las primeras vacunas que utilizaron ARN mensajero fueron desarrolladas por Pfizer/BioNTech y Moderna contra el covid-19 durante la pandemia. Desde entonces, se han inyectado miles de millones de dosis en el mundo.
A diferencia de las vacunas tradicionales que usan virus debilitados o piezas de proteínas de virus, la técnica del ARN mensajero utiliza moléculas que indican a las células qué proteínas producir.
Este proceso simula una infección y esto entrena al sistema inmunitario para cuando se enfrente a un virus verdadero.
Esta idea fue demostrada por primera vez en 1990, pero fue a mediados de 2000 cuando Weissman y Karikó desarrollaron una forma de controlar la respuesta inflamatoria que sufrían los animales en los experimentos y esto abrió la vía a la creación de vacunas seguras para los humanos.
Para Karikó, décimo tercera mujer en ganar el galardón de Medicina, el Nobel premia años de trabajo como investigadora en la sombra y todos sus esfuerzos para convencer a sus superiores del interés de estudiar el ácido ribonucleico mensajero.
La científica fracasó a la hora de obtener subvenciones para sus estudios, y la Universidad de Pensilvania, en la que estaba encaminada a obtener una cátedra, la destinó a puestos menores, en un momento en que ella necesitaba el trabajo para mantener su visa.
Era la candidata para un ascenso y luego simplemente me degradaron y esperaban que me fuera, dijo a la Afp en una entrevista desde su casa en Filadelfia en diciembre de 2020.
No creía la noticia... Tal vez es una broma
Karikó explicó a la radio sueca SR que al principio no se creyó la noticia del Nobel y siguió en vivo la ceremonia con emoción.
Entonces, su primer pensamiento fue para su madre, ya fallecida, que solía escuchar el anuncio del ganador con la esperanza de que nombraran a su hija.
Lo escuchaba todos los años. Desafortunadamente hace cinco murió a los 89. Quizá nos oye desde el cielo, afirmó.
Weissman declaró que pensó que se trataba de una broma cuando su colega Katie le comunicó la noticia. Nos lo preguntamos, contó a Afp.
Es el premio definitivo, en el que pensaba cuando tenía cinco años y empecé a interesarme en cómo funcionan las cosas, añadió.
Karikó y Weissman persistieron en su investigación.
Ella creía que era la clave para tratar enfermedades en las que tener más proteína del tipo correcto puede ayudar, por ejemplo, después de un derrame cerebral repara los tejidos de ese órgano.
A finales de los años 80, gran parte de la comunidad científica se centraba en el uso del ADN para administrar terapia génica, pero Karikó creía que el ARN mensajero también era prometedor, ya que la mayoría de las enfermedades no son hereditarias y no necesitan soluciones que alteren permanentemente la genética.
Weissman no tiene intención de detener sus investigaciones.
Sus nuevos objetivos incluyen ahora la búsqueda de una vacuna contra todos los coronavirus. Ha habido tres pandemias o epidemias (de coronavirus) en los pasados 20 años, explicó en una entrevista con Afp en septiembre de 2021. Tenemos que asumir que habrá otras, añadió.
Podemos esperar a la próxima epidemia o pandemia de coronavirus y pasarnos año y medio creando una vacuna, o podemos crear una ahora y tenerla disponible o incluso utilizarla ya, sostuvo el inmunólogo de la Universidad de Pensilvania.
Weissman nació en Lexington, Massachusetts, donde sus padres –un ingeniero y una asistente dental– se habían trasladado para poder enviar a sus hijos a buenas escuelas públicas.
Cuando tenía cinco años me diagnosticaron diabetes tipo 1. En aquella época, nos hacían análisis de orina y nos inyectábamos insulina varias veces al día, recuerda, viendo en ello una posible explicación a su elección profesional.
Estudió en la Universidad de Brandeis y se doctoró en inmunología en la Universidad de Boston. Trabajó sobre el virus del sida en el laboratorio del famoso inmunólogo Anthony Fauci, antes de aterrizar en la Universidad de Pensilvania, donde conoció a Karikó.
Empezamos a trabajar juntos en 1998, sin mucha financiación ni entrada en el mundo de las revistas científicas, cuenta.
Aunque Karikó no quiere darle demasiada importancia al Nobel, como mujer nacida en el extranjero en un campo dominado por hombres, muchas veces se sintió subestimada: recuerda que la gente se le acercaba después de las conferencias y le preguntaba: ¿Quién es su supervisor?
“Siempre pensaban: ‘esa mujer con acento debe de tener detrás a alguien más inteligente o algo así’”, relata. Sin embargo, el Nobel no es más que el último galardón para Karikó, que ha ganado el premio Breakthrough y el L’Oreal-Unesco para mujeres en la ciencia, entre muchos otros.
Weissman, médico de formación, dejó de atender pacientes a mediados de la década de 2010. Lo emociona la idea de que su invento podría haber ayudado a salvar cientos de millones de vidas.
Más allá de las vacunas, la tecnología del ARN mensajero también destaca por su potencial para revolucionar la medicina a todos los niveles.
La temporada del Nobel seguirá hoy con el galardón de Física y mañana con el de Química.
Entre los nombres que despuntan para el Nobel de Literatura, que se otorgará el jueves, aparecen la escritora rusa disidente Liudmila Ulítskaya, la autora vanguardista china Can Xue y el célebre y amenazado escritor británico Salman Rushdie.
La guerra en Ucrania y las divisiones en la comunidad internacional plantean un dilema para la comisión del Nobel de la Paz, que debe ser anunciado el viernes en Oslo.
Algunos abogan por premiar a las iraníes que protestaron contra el uso obligatorio del velo después de la muerte de la joven Mahsa Amini en septiembre de 2022.
Los ganadores de este año recibirán un millón de dólares, la mayor dotación en la historia del galardón. La Fundación Nobel anunció a mediados de septiembre que aumentaba el monto del premio gracias a su mejor situación financiera.